A este torero peruano, de momento, no hay quien le tosa, al ser el indiscutible número uno, tirón de abono taurino con solo su nombre. El día del Patrón de España, Santiago, la Puerta grande del Coso de Cuatrocaminos se abrió para este joven diestro, entregado, valeroso, único en estos momentos, con tanto poderío en sus muñecas que hace girar a los toros alrededor de su talle, ajustando el embroque de tal forma que estremece en algunas ocasiones. Y además logra que el cartel de «no hay billetes» se coloque en la ventana de las taquillas de la Plaza.
Con él hoy toreaba Juan Ortega, la seda, el compás lento, solemne, arte de torear llevado al extremo de la suavidad y la cadencia que hubo de conformarse con salir a pie del coso moreno santanderino, al cortar solo una oreja y negarle el Palco otra solicitada vehementemente por la mayoría del público tras acabar con el segundo de la tarde, conformándose con la vuelta al anillo en aclamación al diestro y en bronca pitada al Presidente de la corrida por cicatero y por no cumplir con lo que dicta el reglamento: Si la mayoría del público pide la oreja, ésta debe ser concedida pues es potestativo del mismo.
Juan Ortega toreó despacio, lento, con exquisitez a un "lirón" del Puerto de San Lorenzo que se dejó mecer en su embestida por la poderosa mano del torero sevillano donde no faltó un remate rodilla en tierra de especial sabor. Tras estocada entera efectiva, la petición del respetable no fue aceptada por el Presidente y la bronca que le cayó después fue de antología. Así que luego frente a "pardillo" que derribó al caballo y al que le instrumentó un quite muy espacioso, en su faena se fue hacia él con la muleta plegada de sabor torero de otra época y de nuevo volvió a torear con exquisita torería y temple. Tras lograr la estocada casi entera, la oreja cayó merecidamente en su esportón.
Cayetano fue quien abrió terna y dirigió la lidia de sus compañeros. Recibió un brindis cariñoso y agradecido de Roca Rey por haberle ayudado en aquel apuro del año pasado. Pero Cayetano no dio la medida de otras ocasiones. Faenas ambas deslavazadas, intentando agradar, sin conseguirlo y queriendo hacerlo bonito sin lograrlo. Además estuvo horrible con los aceros, precisando varios golpes de verduguillo para atronar a "malvarrosa" porque a "joyero", el primero de la tarde le arreó un feo metisaca, antes de lograr una estocada entera y trasera. En las dos ocasiones recibió el silencio con que el público valoró su labor.
Y no me olvido del gallo kirico que le lanzaron a Ortega en el segundo toro de la tarde y que dio quehacer a los areneros que no lograban meter en vereda por el callejón al avechucho desatando las risas en la plaza, hasta que después de corretear se elevó con el aleteo hasta el tendido, siendo cazado al vuelo, nunca mejor dicho, por un espectador quien lo entregó a su legítimo propietario.
En resumen, una corrida más esta sexta de la feria de Santiago, en donde se demostró por qué el torero peruano es el tirón de la taquilla.