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Antes de convertirse en el padre de la neurociencia y ganar el Premio Nobel por sus descubrimientos sobre las neuronas, Santiago Ramón y Cajal fue un niño díscolo que pasaba días enteros en el campo aragonés admirando la belleza de la naturaleza y tratando de plasmarla en papel.
Su deseo era ser dibujante pero su padre, Justo, un estricto médico rural, se opuso durante años hasta que, cansado de imponer castigos inútiles, optó por un intercambio: Santiago recibiría clases de dibujo con León Abadías (un reputado artista) si mejoraba sus estudios de bachillerato.
Aquel pacto marcó el futuro de Santiago Ramón y Cajal: no solo logró compaginar su vocación de artista con los estudios de Medicina, sino que como científico ilustró sus trabajos con miles de dibujos que mostraban sus observaciones al microscopio y reproducían la morfología de las neuronas.
Pero Santiago Ramón y Cajal no solo se interesó por la pintura, también fue un gran amante de la fotografía y de la literatura, e incluso, alrededor de 1885, escribió varios cuentos que publicó en 1905 y que utilizó para divulgar la ciencia y desterrar bulos, supersticiones y falsas creencias.
Esto comentaba Cajal en el prólogo de la primera edición de sus cuentos: "Hace muchos años escribí una colección de doce apólogos o narraciones semifilosóficas y seudocientíficas que no osé llevar a la imprenta, así por lo estrafalario de las ideas, como por la flojedad y desaliño del estilo. Hoy, alentado por el benévolo juicio de algunos insignes profesionales de la literatura, me lanzo a publicarlos, no sin retocar algo su forma y modernizar un tanto los datos científicos en que se fundan".
El volumen de cuentos publicado en 1905 y titulado 'Cuentos de vacaciones' contenía cinco relatos: "La casa maldita", "A secreto agravio, secreta venganza", "El fabricante de honradez", "El pesimista corregido", y "El hombre natural y el hombre artificial".
Ahora, los tres primeros se pueden ver en el cortometraje "Cajal libremente", una iniciativa de divulgación incluida en el Año de Investigación Ramón y Cajal, que se celebra hasta el 31 de mayo de 2025.
"Libremente", la palabra que Cajal escogió para describir las terminaciones de las neuronas y revelar al mundo que eran unidades independientes en el cerebro, es el título escogido para esta cinta dirigida por Sergio Lara y por el investigador del Instituto Cajal-CSIC José Luis Trejo, y escrita con el asesoramiento científico de Juan de Carlos (Instituto Cajal).
El cortometraje muestra a un Ramón y Cajal (interpretado por Gustavo Gonzalo) que, mientras investiga en su laboratorio, ayuda a uno de sus discípulos (a cargo del actor Jorge Albuín) a resolver sus dilemas vitales, a la vez que va revelando algunos episodios de su propia vida.
Las escenas de este corto, producido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se han rodado en el Instituto de Química-Física Blas Cabrera y el Instituto de Física Miguel Catalán, dos edificios históricos del CSIC que están en el campus de la calle Serrano de Madrid.
El corto se presentó al público recientemente en el CSIC y se podrá ver en festivales de cine, centros del CSIC, colegios, Ayuntamientos, y en los recintos e instituciones que lo soliciten.
La distribución la lleva a cabo el propio productor, coguionista y codirector José Luis Trejo. Al finalizar la ronda de festivales, se subirá el corto al canal de YouTube del CSIC.
Mientras tanto, también puede visionarse en formato de cinefórum, con asistencia presencial de uno o los dos codirectores, a demanda, siempre que se agende adecuadamente y con tiempo suficiente.