Muere en un incendio tras quedarse dormido fumando en una vivienda en Villalpando
El incendio afectó únicamente al colchón de la habitación
Pocos lemas, consignas o eslóganes han cosechado tanto éxito este 2024 como el de "solo el pueblo salva al pueblo". Y ello, a pesar de que quienes la han pronunciado, unas veces a voz en grito, otras con el ánimo entrecortado, nunca hubieran deseado tener que recurrir a ella, relata EFE.
2024, el año de la dana, del regreso de la corrupción a las portadas de los medios de comunicación, de los cinco días de reflexión de Pedro Sánchez, de la segunda fuga de Puigdemont y de la retirada definitiva de Rafa Nadal, que bien pueden resumirse en estas diez frases.
La frase, atribuida originalmente a Antonio Machado en plena Guerra Civil, se ha convertido en el grito de un pueblo enfurecido por la denunciada ineficacia de sus gobernantes a la hora de prevenir y, después actuar, ante unas inundaciones nunca vistas en décadas.
Alabado y criticado a partes iguales, el eslogan sembró su semilla en una masa de vecinos y voluntarios que, cada mañana, se afanaron sin descanso en limpiar viviendas, negocios y calles, al principio casi solos y sin medios y después con una ayuda de las administraciones que tardaba en llegar ante la magnitud del desastre.
La accidentada visita de los reyes a Paiporta, acompañados por Pedro Sánchez y Carlos Mazón el 4 de noviembre y cuyas imágenes sobrecogieron al país, fue la expresión visual de ese sentimiento de abandono.
Hay quien ha visto en esta consigna de la dana un elemento peligroso, un virus de la antipolítica que solo busca socavar la confianza ciudadana en el Estado. Otros, sin embargo, la ven como la expresión genuina de lo ocurrido en la Comunidad Valenciana desde el 29 de octubre.
El caso Koldo, que poco a poco se ha ido convirtiendo en el caso Ábalos, y que la oposición llama ya caso PSOE, con ramificaciones en la Venezuela de Maduro, ha sacudido, y de qué manera, la política este año.
A falta de que acabe la investigación judicial, la trama tiene todos los ingredientes de un caso clásico de corrupción. Un político que, a cambio de dinero o de favores, beneficia presuntamente los negocios de terceros.
José Luis Ábalos, apartado del PSOE pero aún no expulsado del partido, defiende su inocencia y, de momento no enciende el ventilador, lo mismo que su escudero y hombre de confianza, Koldo García. No así el conseguidor de la trama, Víctor de Aldama, que ya empieza a tirar de la manta y amenaza con más. El caso, lejos de terminar, seguirá dando mucho que hablar en 2025.
No hay precedentes, al menos en España, de que un político exprese de una forma tan franca sus sentimientos, y mucho menos de que se conceda cinco días de reflexión para decidir si sigue o no en su puesto, más aún si ese puesto es el de presidente del Gobierno.
Pero es que Pedro Sánchez ya había roto más de un esquema, de esas reglas no escritas de la política desde que fue apartado del liderazgo del PSOE para meses después volver triunfante a Ferraz y terminar ganando una moción de censura, la primera en democracia.
Pese a todas las vicisitudes, rectificaciones y cambios de opinión -amnistías mediante- terminó siendo el factor humano, el vínculo familiar, la imputación judicial de su esposa, Begoña Gómez, lo que parece que hizo tambalear al político imperturbable.
Pasaron esos cinco días de reflexión íntima, llenos de zozobra en las filas del PSOE y de perplejidad en la oposición, y Sánchez anunció que se quedaba y que lucharía hasta el final de la legislatura.
Una legislatura en la que los consensos parecen casi imposibles, aunque hay excepciones. En 2024, la ley ELA para mejorar la calidad de vida de las personas con Esclerosis Lateral Amiotrófica logró la unanimidad.
Y el tercer cambio en la Constitución, el primero de contenido social, para sustituir en la Carta Magna el término 'disminuidos' por 'personas con discapacidad', salió adelante con el único voto en contra de Vox.
Renovado el Consejo General del Poder Judicial después de años con su mandato caducado, parecía que 2024 iba a ser un año tranquilo para la justicia, pero nada más lejos de la realidad. Mucho se ha hablado este año de la judicialización de la política y, también, de la politización de la justicia.
No pasa un día sin que desde un lado u otro de los grupos políticos se ponga en duda la independencia de los órganos judiciales, de los magistrados y también de los fiscales.
En otro hecho inédito en democracia, se ha visto como era imputado nada menos que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por su papel en la filtración de información reservada sobre la pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
A pesar de la imputación, García Ortiz sigue en su puesto gracias a una defensa cerrada del Gobierno, aunque el procedimiento judicial se ha cobrado una victima colateral, el líder del PSOE madrileño Juan Lobato.
Con un Carles Puigdemont fugado por segunda vez, el regreso de un socialista a la Generalitat de Cataluña tras catorce años de gobiernos independentistas, ha alejado el foco del 'problema catalán', al menos sobre el papel.
Ese "Cataluña ha vuelto" ha tenido su reflejo en la presencia de Salvador Illa en actos de Estado, como el desfile del 12 de octubre en Madrid o la celebración del Día de la Constitución en el Congreso. Pero, sobre todo, ha tenido su consecuencia directa en el fin de la tensión institucional entre el Estado y la Generalitat.
Pedro Sánchez sigue necesitando de los votos de ERC y de Junts para aprobar iniciativas en el Congreso -algo que se demuestra cada vez más costoso- pero al menos, la discusión o la bronca no alcanza lo institucional, de momento.
El Gobierno está convencido de que conseguirá sacar adelante los presupuestos en el primer trimestre de 2025. Pero Puigdemont termina el año advirtiendo que romperá relaciones si Sánchez no acepta someterse a una cuestión de confianza.
En el año de las tractoradas, el año en el que el crecimiento económico ha salvado la cara gracias al turismo y al empleo, el acceso a la vivienda sigue siendo un problema enquistado al que las autoridades no encuentran solución.
La vivienda nueva ha subido en 2024 cerca de un 10 por ciento y el precio del alquiler en ciudades como Madrid alcanza un alza del 15 por ciento interanual. Con cifras así, no es de extrañar que el problema de la vivienda haya escalado hasta el segundo lugar entre las principales preocupaciones de los españoles, según el CIS.
Miles de personas salieron a la calle este año en demanda de soluciones para un problema crónico que hace quince años acabó en burbuja inmobiliaria y penosa crisis económica. Dos décadas después sigue lejos de solventarse.
Lo que en un momento se llamó la nueva política sufrió un golpe devastador con la dramática marcha de la vida pública de uno de sus principales exponentes, el portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón.
Y no se marchaba como había sucedido años atrás con Albert Rivera o Pablo Iglesias por fracasos electorales o el agotamiento del proyecto.
Errejón decía adiós por unas denuncias de acoso sexual, un asunto especialmente delicado para su espacio político, que siempre ha hecho bandera de la defensa de la libertad de las mujeres.
Su continuidad era a todas luces, inviable. Sumar, ya muy tocada por los malos resultados en las urnas y el paso a un lado de Yolanda Díaz, todavía no se ha recuperado de la conmoción y navega sin un líder claro. A su favor, la lejanía teórica de nuevas elecciones.
No por ser una despedida anunciada, la marcha definitiva de Rafa Nadal del tenis profesional fue menos emocionante. El mejor tenista español de todos los tiempos y uno de los mejores del mundo se merecía un adiós menos amargo. Pero las lesiones y los resultados no le acompañaron en sus últimos meses de raqueta.
Dolor y llanto que también nos sobrecogió a todos los españoles con la lesión de Carolina Marín en los Juegos Olímpicos de París, pero que meses más tarde se convirtió en alegría con su premio Princesa de Asturias.
Premio también para la futbolista Aitana Bonmatí, que en 2024 ha ganado su segundo Balón de Oro, y para Rodri, jugador de la selección española y del Manchester City, que se ha alzado con el primer Balón de Oro para un futbolista masculino español en 64 años. Su papel en el triunfo de España en la Eurocopa tuvo mucho que ver.
La industria musical de los últimos años no podría entenderse sin los conciertos multitudinarios, los precios desorbitados, las giras interminables con todas las entradas vendidas en cinco minutos y las estrellas nacionales e internacionales levantando pasiones en estadios y pabellones.
En los escenarios, 2024 ha sido el año de la estadounidense Taylor Swift, de Paul McCartney y sus dos conciertos en el Wizink, pero también de la colombiana Karol G, la primera artista en llenar cuatro noches el estadio Santiago Bernabéu, artífice del regreso de Amaia Montero tras una larga ausencia de los escenarios.
Una combinación, estadio de fútbol y concierto, que está de moda, pero no solo por la música sino por las molestias del ruido y la aglomeración de público para los vecinos.
Hasta el momento, el Ayuntamiento de Madrid ha iniciado una veintena de procedimientos sancionadores por exceso de ruido que alcanzan los 2,6 millones de euros, y el Real Madrid ha decidido suspender, de momento, nuevos eventos.
Desde los tiempos de José María García y José Ramón de la Morena no se veía un duelo similar en los medios de comunicación. El prime time, un nicho de audiencia que languidecía en favor de las plataformas de streaming, ha resurgido como nunca.
El fichaje del jiennense David Broncano por TVE ya estuvo rodeado de polémica y la puesta en marcha de 'La Revuelta' ha hecho honor a su nombre, dando una patada al tablero televisivo de las noches, patrimonio hasta ahora casi exclusivo de Pablo Motos y sus hormigas.
Lo curioso es que la audiencia global, en lugar de dividirse entre dos, se ha multiplicado, recuperando para la televisión generalista a sectores que andaban desde hace tiempo en otros caladeros.
El pique por la audiencia o las polémicas por quién entrevista antes a un personaje han alimentado un fenómeno en el que una vez más la sociedad se polariza. La decisión de TVE de que Broncano y Lalachus presenten las campanadas ha cebado un poco más a los odiadores profesionales que anidan en las redes.
Y es que, como si de un partido político se tratase, las audiencias parecen partirse ahora entre los seguidores del "nuevo", David Broncano, y del veterano -19 años dura ya el programa- Pablo Motos.
Una rivalidad que como pasa con la política, conviene dejar a un lado en las cenas navideñas, sobre todo si hay cuñados.